En principio trató de toser para expulsar las tijeras pero las puntas se le quedaron clavadas en la carne.
El cirujano Chen Wei, del hospital de Emergencias en Putian, en el este de China, explicó que al llegar, la cara de Kong Lin estaba retorcida, pálida y sudaba abundantemente.
"Tragaba con mucha dificultad y la sangre se mezclaba con la saliva", afirmó el doctor.
Las radiografías mostraron que las tijeras habían entrado completamente en el esófago de Lin, con las puntas afiladas dirigiéndose hacia la epiglotis.
Los cirujanos tuvieron que operarle con anestesia local puesto que la anestesia total podría haber relajado tanto su cuerpo que las tijeras se le habrían clavado más profundamente en la garganta.
Pero consiguieron terminar la operación satisfactoriamente.
"Duro una media hora, afortunadamente la herida en la garganta no era muy profunda", contó el cirujano.Imprimir
Fuente: www.que.es
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