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25 jun 2011

Mambrú indetenible voleibolista dominicana

POR CARLOS SÁNCHEZ G.
La danza y la escuela era lo primero en la vida de Gina Mambrú. Esos fueron los planes de Eusebia Casilla, trazados para su hija, solo que bastó un contacto, no más, para que la joven se desligara del baile y escogiera otro escenario.

Hoy, la madre de Gina, es toda sonrisa con los triunfos de la segunda de sus tres hijos, aunque, innegablemente, fue tomada por sorpresa cuando se dio cuenta de que la hija cambiaba de vestuario y atmósfera. “La inscribí en ballet, ella se desarrolló en eso”, dijo Casilla, quien es contadora pública autorizada. “Una vez se inscribió en una pascua juvenil y ahí saboreó por primera vez el voleibol”.

Ahí comenzó la inclinación. “La mandaba al ballet y, a veces, se quedaba en el camino, una amiga de la casa le presta los tenis”, y así Gina salía de la casa con dirección al ballet, pero con la mente en el voleibol, sin que su madre sospechara donde encontraba las zapatillas deportivas para jugar. “La amiga me decía déjela que usted no sabe adónde va a llegar, le doy las gracias a esa amiga que hoy vive en Estados Unidos”.


Eusebia tiene alta consideración sobre su hija, la definición lo dice todo: “Es una persona conservadora, amiga y sincera”. La niña del ballet (labor que hace su hermana en Estados Unidos) fue imponiéndose a diferentes situaciones y las inspiradas palabras de la amiga de Eusebia con el tiempo se hicieron realidad.

Gina subió al sexteto de la selección, ha formado parte de equipos todos estrellas y tales labores se vieron premiadas cuando fue seleccionada como la Atleta del año en voleibol, tanto en el ceremonial del Comité Olímpico Dominicano, como de la Asociación de Cronistas Deportivos.

Para llegar hasta ahí la ruta no ha sido sencilla; atleta y madre lo saben, la comunicación es de doble vía entre ellas. “La veo cada vez más grande”, dice Eusebia, quien recuerda una anécdota de su hija. “Una vez, años atrás cuando pasó a practicar al Centro Olímpico, le salieron unos golondrinos y como quiera ella se iba a practicar”.

Esa conducta se mantiene. Mambrú se lastimó a finales del pasado año, una lesión que la mantuvo alejada de cancha por un buen tiempo. “No hay enfermedad que la haya detenido en este proceso”, dice. “cuando ella se lastimó el brazo nunca paró y se iba a trabajar las piernas”.

En su trayectoria Mambrú tuvo obstáculos que vencer, los que satisfactoriamente, narra su madre, ha superado. “Ella ha sido una muchacha muy dedicada a su deporte, muy responsable y ha tratado de romper contra viento y marea para llegar adonde está”, señala Eusebia.

De jovencita, la señora también jugó voleibol cuando estudiaba en el liceo Víctor Estrella Liz. Le tocó defender la posición central pues “era un poco alta”.

Aun así no es mucho lo que conversan sobre técnicas de voleibol esta pareja, cuya madre tiene un primer hijo próximo a concluir su carrera de informática.

Ella que ha encontrado piedras en el camino y personas que le ponen el camino un tanto difícil. “Pero le digo a ella que no le dé importancia, que mire hacia adelante, para lograr el éxito hay que mirar hacia adelante”.

Esta dama ha sido responsable de empujar a sus tres hijos al nivel que aspira una familia. Uno a punto de graduarse, una instructora de ballet y una jugadora profesional de voleibol, a quien su madre solo le requiere un título académico.

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