
Era rápido como ninguno, y su dominio de balón sólo era comparable al de Pete Maravich. 'Fast Eddie' entró en la NBA por la puerta de atrás, elegido por los Atlanta Hawks en 1977 en la tercera ronda, pero enseguida todo el mundo se dio cuenta de que era un robo del Draft. Anotaba con soltura y la afición lo quería, hasta llegar al culmen de su carrera con dos participaciones en el All Star.
Han pasado menos de 30 años y Johnson es un cadáver viviente de 53 años. En 2006 era detenido, acusado de violar a una niña de ocho años vecina suya, y la pasada semana era declarado culpable. Antes había robado en casas (tres detenciones distintas) y se había visto envuelto en varios episodios violentos. Entraba y salía de la cárcel a menudo; de hecho, acababa de recuperar la libertad cuando sucedió su delito más grave. Además, tiene pendiente otro juicio por otra presunta violación a una mujer de 25 años. Todavía no se ha hecho oficial la sentencia, pero sus antecedentes y la gravedad de los hechos que se le imputan (en el juicio salieron a la luz terribles detalles sobre el abuso de Johnson a la niña) le llevarán a pasar el resto de su vida en la cárcel.
Cuentan las crónicas del juicio que 'Fast Eddie' no cambió el gesto ni en los momentos más duros, como la declaración de la madre de la víctima. Lejos quedan los tiempos de extroversión en la pista, donde su juego exuberante emocionaba. Johnson parece muerto en vida, consumido por las drogas y por sus malas decisiones. "No le echo la culpa a nadie de lo que me ha pasado. No hay excusas", declaraba Johnson al 'USA Today'. Han sido demasiados años por el camino de lo peor del ser humano como para culpar a nadie.
'Fast Eddie' no creció en un gueto. Vivía en un buen barrio y su familia era devota religiosa. Tampoco fue el dinero y la fama lo que lo corrompió. "La gente no lo puede entender. Cuando entras en la cultura de las drogas, te metes en chanchullos constantemente", decía en 2006. Y, parece, ha sido esa adicción de casi 30 años la que le llevará a no volver a vivir en libertad.Imprimir
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