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17 abr 2008

No hay que llegar a la NBA para ser el mejor del mundo


¿Cuándo fue la última vez que te preguntaron por el mejor jugador del mundo y no dudaste en responder con el nombre de algún atleta de la NBA, MLB, NFL, NHL o de alguno de los equipos multimillonarios del fútbol europeo? Si no fue así, posiblemente hablaron de un joven talento, el cual se viene abriendo paso con dedicación y hambre pero hablaron de él como la posible próxima estrella de una gran franquicia. La realidad es que usualmente los mejores atletas del mundo no se encuentran en esas ligas. Y no mal interpreten mis oraciones, el nivel de juego y la destrezas necesarias para sobresalir en las ligas de los billetes gordos son grandes, no cualquiera llega. Sin embargo el poder de mercadear sus jugadores, de metérnoslos por ojos y oídos en radio, prensa, televisión, vallas publicitarias, revistas, etc.… nos hace olvidar a los hombres y mujeres que han entregado sus vidas al deporte y han alcanzado la historia bajo la sombra de los atletas mejor mercadeados.


La reciente muerte del estelar Federico “Fico” López, ex jugador del Equipo Nacional de baloncesto de Puerto Rico, me ha hecho cuestionarme mis continuas críticas a los jugadores talentosos que deciden quedarse en el patio, en vez de buscar desarrollarse en ligas más competitivas en el exterior. Fico, nacido en México de padres cubanos pero de corazón más boricua quel coquí, fue producto del trabajo de las categorías menores de la Federación de Baloncesto (FBPR) y del Caparra Country Club. En 1981, con apenas 18 años le surgió la oportunidad de jugar con los Mets de Guaynabo en la Liga Superior de Baloncesto. El poco tiempo que estuvo en cancha le sirvió para regresar el próximo año y convertirse en una de las máximas luminarias del baloncesto boricua. Tanto era el esfuerzo y dedicación de Fico por el deporte que amaba que ya en el 1983 representaba los colores de su patria y en el 1985 ya ocupaba la posición de armador regular con el Euipo Nacional. Pero el éxito no se apoderó nunca de Fico y siguió trabajando fuerte EN CASA, fuera de los grandes escenarios, por lo que tomó por sorpresa a muchos en el Mundial de Baloncesto de 1990 en Mar del Plata, Argentina. Allí llevó a Puerto Rico, una pequeña Isla en el Caribe de apenas 100 x 35, a la cuarta posición Mundial. En ese evento López integró el equipo Todos Estrellas, fue líder en asistencias y fue clasificado como “las mejores manos” del Torneo Mundial.

En menos de 10 años de jugador profesional de baloncesto, Fico López se había convertido en el mejor armador del mundo. Yo tuve la dicha de crecer viéndolo jugar. Ver sus pases, sus tiros a distancia, su indistinguible porte de líder, sin embargo si me preguntaban sobre quién era el mejor armador del mundo seguro mencionaba a “Magic” Johnson o a Isiah Thomas. La muerte de Fico me obliga a pensar en todos los atletas que cambian el deporte a nivel mundial con su estilo de juego, que cambian la historia de sus países con su ejemplo de dedicación y no se les da el lugar que merecen en la historia por no hubo una compañía de zapatos deportivos usando su imagen para vender millones. Es hora de que nos detengamos y pensemos en los “Ficos” de la vida, esos hombres y mujeres que nos demuestran que en nuestro país SI SE PUEDE.
Articulo original de:
Bola en Mano

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